lunes, 16 de abril de 2018

Barroco: Comentario "Amor constante más allá de la muerte" Quevedo

Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera 
sombra que me llevare el blanco día
y podrá desatar esta alma mía 
hora a su afán ansioso lisonjera.

Mas no desotra parte en la ribera 
dejará la memoria en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido, 
venas que humor a tanto fuego han dado, 
medulas que han gloriosamente ardido, 

su cuerpo dejarán, no su cuidado; 
serán ceniza, mas tendrán sentido:
polvo serán, mas polvo enamorado.
Fuente: https://trabajosdeliteratura.wordpress.com/2016/04/25/comentario-2-0-de-un-soneto-de-quevedo/
LOCALIZACIÓN DEL TEXTO
El poema propuesto es un soneto de Francisco de Quevedo (1580-1645), uno de los más grandes poetas del Barroco español (siglo XVII). Cultivó todos los géneros literarios: narración, prosa política, teatro, poesía… pero destaca especialmente en esta última, con una enorme variedad de tratamientos: amorosa, crítica, satírica, burlesca, religiosa, moral, política, etc.
Sin duda es el máximo exponente del conceptismo, una de las dos corrientes de poesía culta que encontramos enfrentadas en el Barroco.
((((La lírica barroca supone de algún modo una continuidad y a la vez una reacción culta contra la poesía clara y natural del Renacimiento. Es, en efecto, una continuidad porque se inspira en los mismos temas (el amor, la vida, la muerte…), se sirve de los mismos recursos métricos y estilísticos (el endecasílabo, el soneto, las figuras retóricas…), recurre a los mismos tópicos (la fugacidad de la vida, las referencias clásicas, la mitología…), etc. Pero el Barroco todo lo deforma, lo exagera, lo intensifica, lo complica, lo oscurece… y así, la poesía, aun partiendo de los mismos elementos de base de la lírica renacentista, se aleja conscientemente de la sencillez de esta.))
En la lírica del siglo XVII encontramos dos tendencias principales de poesía culta: el culteranismo y el conceptismo. Ambas buscan la oscuridad en las composiciones: la primera lo hace a través de una forma complicada, empleando una sintaxis retorcida, a veces ininteligible, y la segunda a través del contenido, en base a juegos de conceptos que a menudo resultan igualmente difíciles de entender. Vemos, pues, que si bien en principio pueden parecer dos corrientes antitéticas, en el fondo ambas persiguen la misma finalidad: crear una literatura de minorías, bella por lo extraño, por lo artificioso, por lo dificultoso de comprender, por el esfuerzo que requiere llegar a ella. Y los procedimientos no siempre resultan tan diferentes, pues si el culteranismo busca la ornamentación, la artificiosidad exterior, y el conceptismo se fija más en los conceptos, en el significado de las palabras, no es extraño que ambos procedimientos se entrecrucen en una misma composición, y es que el poeta barroco, en general, busca emplear un estilo complicado, lo más alejado posible del habla natural.))))

Por lo que se refiere al soneto que nos ocupa, hay que decir que constituye una muestra bastante representativa de la corriente conceptista.
El conceptismo se caracteriza por la concentración de un máximo de significado en un mínimo de forma. Juega constantemente con el sentido de las palabras, dentro de frases breves, lacónicas, ingeniosas, casi sentenciosas, para lo cual se sirve de recursos de condensación semántica, tales como la polisemia, la elipsis, la antítesis, la paradoja…
 TEMA
El poeta expresa su voluntad decidida de que, incluso después de su muerte, su amor permanezca inalterable.
ESTRUCTURA
En relación a la estructura externa, se trata de un soneto, estrofa de 14 versos endecasílabos, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. La rima es consonante y su distribución es ABBA ABBA CDC DCD.
En cuanto a su estructura interna, en el primer cuarteto, el poeta admite la realidad inexorable de la muerte. La muerte, a la que se alude mediante una referencia bien conocida, cerrar los ojos.
En el segundo cuarteto, aun admitiendo que todos hemos de morir, manifiesta su resistencia hacia que lo máximo que pueda quedar de nosotros en este mundo sea la memoria, el recuerdo en los demás. Ese tránsito de la vida a la muerte se refleja aquí mediante la clásica imagen del barquero que nos cruza de una orilla a otra de la laguna Estigia. 
Los dos tercetos expresan esa resistencia a la muerte: desaparecerá el alma que fue prisionera del dios Amor y se convertirán en ceniza las venas y los huesos de ese cuerpo ardiente  de amor, pero aun en esas cenizas el amor permanecerá.
El último verso constituiría, así, una síntesis de los dos tercetos y, casi, del soneto entero: “polvo serán, mas polvo enamorado”. Aun aniquilado por la muerte, seguiré enamorado, manifiesta el poeta.
En síntesis prosificada, el poema diría algo así como: sé que un día la muerte vendrá y, apagando la luz con su sombra, me llevará, lo que, en cierto modo, pondrá fin a mis sufrimientos; pero no me conformo con que lo único que quede de mí en este mundo sea el recuerdo; mi alma enamorada es capaz de resistir a la muerte, y, aunque mi cuerpo se destruya, mi amor pervivirá.
 ESTILO
Podemos encontrar varias figuras retóricas. La más frecuente es el hipérbaton, disposición de los elementos de la oración sin respetar un orden sintáctico lógico. Así, distinguimos uno al comienzo del poema: “cerrar podrá mis ojos…”
Por otra parte, se aprecian algunas aliteraciones, tales como la repetición del sonido /s/ en el cuarto verso, "hora a su afán ansioso lisonjera" (v. 4)
Hay una clara estructura paralelística en los tres versos del primer terceto:
Alma a quien todo un dios prisión ha sido, 
venas que humor a tanto fuego han dado, 
medulas que han gloriosamente ardido, 
Encontramos también términos empleados en sentido figurado. Así, por ejemplo, están las metáforas: “cerrar los ojos” por morir (v. 1), “postrera sombra” por muerte (v. 1-2), “llama” por alma (v. 7).
En resumen, el autor utiliza un estilo culto, y aunque el lenguaje puede parecer claro en cuanto a la forma (no hay un vocabulario rebuscado o dificultoso), el poema no resulta tan sencillo en cuanto al contenido.
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Al tratarse de una reflexión sobre el amor y la muerte (especialmente la corporal), en este soneto predomina el vocabulario perteneciente a estos dos campos semánticos:
  • Pasión amorosa: “afán ansioso” (v. 4), “ardía” (v. 6), “llama” (v. 7), “prisión” (v. 9), “fuego” (v. 10), “ardido” (v. 11), “enamorado” (v. 14).
  • Muerte: “cerrar (…) mis ojos” (v. 1), “alma” (v. 3 y 9), “ley severa” (v. 8), “venas” (v. 10), “médulas” (v. 11), “cuerpo” (v. 12), “ceniza’ (v. 13), “polvo” (v. 14)…
 CONCLUSIÓN / VALORACIÓN

El tema del amor constante, eterno, declarado como un compromiso de entrega hacia la amada, es intemporal. En cualquier época de la literatura podemos encontrar expresiones en este sentido. Y quizá por eso, lo original de esta composición sea el tratamiento: Quevedo no hace aquí una simple declaración apasionada hacia su amada, sino una reflexión personal sobre la resistencia a que su amor se desvanezca cuando él haya muerto.

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