viernes, 27 de abril de 2018

Comentario "Fuenteovejuna" monólogo Laurencia

A continuación tenéis el fragmento que ha caído en el examen. Forma parte de la obra Fuenteovejuna de Félix Lope de Vega, de argumento conocido: el Comendador  (símbolo de los abusos de la nobleza) irrumpe en la boda de los villanos Frondoso y Laurencia, para raptar y forzar/violar a esta última.

Cuando la joven regresa a casa de su padre, espeta, maldice a los hombres de la villa y especialmente a su padre por no haberla defendido.




LAURENCIA:
Llevome de vuestros ojos
a su casa Fernán Gómez;
la oveja al lobo dejáis
como cobardes pastores.
¿Qué dagas no vi en mi pecho?
¿Qué desatinos enormes,
qué palabras, qué amenazas,
y qué delitos atroces,
por rendir mi castidad
a sus apetitos torpes?
Mis cabellos ¿no lo dicen?
¿No se ven aquí los golpes
de la sangre y las señales?
¿Vosotros sois hombres nobles?
¿Vosotros padres y deudos?
¿Vosotros, que no se os rompen
las entrañas de dolor,
de verme en tantos dolores?
Ovejas sois, bien lo dice
de Fuenteovejuna el hombre.
Dadme unas armas a mí
pues sois piedras, pues sois tigres...
Tigres no, porque feroces
siguen quien roba sus hijos,
matando los cazadores
antes que entren por el mar
y pos sus ondas se arrojen.
Liebres cobardes nacistes;
bárbaros sois, no españoles.
Gallinas, ¡vuestras mujeres
sufrís que otros hombres gocen!
Poneos ruecas en la cinta.
¿Para qué os ceñís estoques?
¡Vive Dios, que he de trazar
que solas mujeres cobren
la honra de estos tiranos,
la sangre de estos traidores,
y que os han de tirar piedras
hilanderas, maricones,
amujerados, cobardes,
y que mañana os adornen
nuestras tocas y basquiñas,
solimanes y colores!

sábado, 21 de abril de 2018

Barroco: Comentario "El Buscón"


Yo, señor, soy de Segovia. Mi padre se llamó Clemente Pablo, natural del mismo pueblo; Dios le tenga en el cielo. Fue, tal como todos dicen, de oficio barbero; aunque eran tan altos sus pensamientos, que se molestaba si le llamaban así, diciendo que él era tundidor de mejillas y sastre de barbas. Dicen que era de muy buena cepa, y, según él bebía, es cosa para creer.
Estuvo casado con Aldonza de San Pedro, hija de Diego de San Juan y nieta de Andrés de San Cristóbal. Sospechábase en el pueblo que no era castellana vieja, aunque ella, por los nombres y sobrenombres de sus pasados, quiso esforzar que era descendiente de la letanía. Tuvo muy buen parecer, y fue tan celebrada, que, en el tiempo que ella vivió, casi todos los copleros de España hacían cosas sobre ella.
Padeció grandes trabajos recién casada, y aun después, porque malas lenguas daban en decir que mi padre metía el dos de bastos para sacar el as de oros. Probósele que, a todos los que hacía la barba a navaja, mientras les daba con el agua, levantándoles la cara para el lavatorio, mi hermanico de siete años les sacaba muy a su salvo los tuétanos de las faldriqueras. Murió el angelico de unos azotes que le dieron en la cárcel. Sintiólo mucho mi padre, por ser tal que robaba a todos las voluntades. Por estas y otras niñerías, estuvo preso; aunque, según a mí me han dicho después, salió de la cárcel con tanta honra, que le acompañaron doscientos cardenales, sino que a ninguno llamaban «señoría». Las damas dicen que salían por verle a las ventanas, que siempre pareció bien mi padre a pie y a caballo. No lo digo por vanagloria, que bien saben todos cuán ajeno soy della.

el dos de bastos para sacar el as de oros: metía los dos dedos para sacar dinero
faldriquera: bolsillo

 LOCALIZACIÓN 
El texto que vamos a comentar pertenece al género narrativo. En concreto se trata de un conocido pasaje de la novela picaresca española, uno de los subgéneros más singulares que ha conocido la narración en toda su historia. Estamos, pues, ante un fragmento que no es difícil de ubicar: frente a nosotros tenemos el comienzo de la Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, cuyo autor es Francisco de Quevedo, uno de los más conocidos escritores del Barroco español y máximo representante de la corriente literaria conocida como conceptismo, de la que el texto es un excelente ejemplo.

DETERMINACIÓN DEL TEMA 
El fragmento que analizamos versa sobre un tema muy característico de la novela picaresca: la descripción de los orígenes familiares del pícaro que protagoniza la historia. En este caso, don Pablos, nos describe los orígenes deshonrosos de su familia, sobre todo de su padre.

 ESTRUCTURA 
En relación a la estructura externa del texto, observamos que el fragmento consta de tres párrafos; los dos primeros tienen cinco líneas cada uno y la extensión del tercero es el doble (diez líneas).

En cuanto a la estructura interna, esta la dividiremos en tres partes bien diferenciadas. La primera de ellas coincide con el primer párrafo, en el que fundamentalmente se nos describe al padre de don Pablos y se nos cuenta cuál era su oficio. La segunda parte, que también coincide con el segundo párrafo del texto, se ocupa de la descripción de la madre del pícaro. El tercer párrafo conforma la tercera parte del texto, en la cual se nos describen y narran los "negocios" del padre de don Pablos –y cómo se valía del hermano del protagonista para llevarlas a cabo– y su estancia en la cárcel (aunque bien es cierto que ambas cosas podrían constituir dos secciones bien diferenciadas dentro de la tercera parte).

ESTILO
Es muy significativo que el fragmento empiece con la primera persona del singular: «Yo». Este tipo de recurso, basado en la apelación que alguien hace a otra persona en forma prácticamente confesional, es un rasgo muy común de la novela picaresca, en la que los protagonistas suelen empezar así para relatar el discurso de su vida. En este caso, como sucedía también con el Lazarillo de Tormes, es el propio pícaro el que habla para contar su historia, de modo que el narrador y el personaje protagonista coinciden.

Quevedo juega con la hipérbole para exagerar el parecer que Clemente Pablo tenía de su propio oficio, que en ningún caso admitirá ser el muy humilde de barbero, exagerándolo hasta el punto de convertirlo algo eufemísticamente en «tundidor de mejillas y sastre de barbas». El primer gran ejemplo del uso que Quevedo hace de la connotación y los dobles sentidos lo encontramos cuando hace decir a don Pablos que su padre «era de muy buena cepa». La cepa suele aludir figuradamente al origen honorable de los personas, sobre todo en relación con sus padres, pero dado que la cepa es literalmente el tronco de la vid, de la que se extrae la uva para hacer el vino, Quevedo hace que don Pablos puntualice irónicamente con eso de que «según él bebía, es cosa para creer». En otras palabras: no era a la cepa en sentido figurado sino a la cepa en sentido literal a la que estaba apegado Clemente Pablo, con lo cual se nos dice que el padre de don Pablos, además de un acomplejado con pretensiones de grandeza muy poco acordes con su oficio real, era un bebedor consumado.

En la segunda parte entra el texto a describir a la madre, y para ello Quevedo sigue abundando en prácticamente los mismos recursos que en la primera, aunque notaremos cómo el tono del sarcasmo, de la ironía y de los dobles sentidos va aumentado varios grados de manera desatada. Ya hemos dicho que Aldonza era un nombre de lo más vulgar en la España del siglo XVII (no es casualidad que la Dulcinea de don Quijote fuese en realidad una porquera de La Mancha llamada Aldonza Lorenzo, por cierto), pero en este caso la crueldad sobre el personaje va mucho más lejos: Aldonza lleva, además, el apellido San Pedro, y se puntualiza que era «hija de Diego de San Juan» y nieta de «Andrés de San Cristóbal». En una sociedad dominada por la idea de la limpieza de sangre, este tipo de apellidos siempre fueron vistos con recelo, dado que los judíos adoptaban un apellido cristiano al convertirse a dicho credo para evitar ser represaliados. De ahí la sospecha en el pueblo de que «no era cristiana vieja» (una acusación mucho más grave de lo que hoy podríamos pensar en el momento en que fue concebido este texto). Quevedo subraya la triquiñuela de cambiar de apellido para ocultar un origen converso por parte de la familia de la madre valiéndose, cómo no, de la ironía: incluso dice que pretendía aparentar que era descendiente de la letanía, es decir, ni más ni menos que de los santos. Con ello se subraya una vez más la pretensión de nobleza de uno de los progenitores de don Pablos frente a su condición real: si en el caso del padre el alejamiento se daba entre el nombre con el que se refería a su oficio y su oficio mismo, en el de la madre la mentira tiene un cariz mucho más grave, puesto que si la madre de don Pablos «no era cristiana vieja» y, por lo tanto, entre sus antepasados figuraban evidentemente algunos conversos, esto significa que el propio don Pablos tampoco puede presumir de tener la limpia según la complicada concepción genética y religiosa del siglo XVII. Más aún, Quevedo nos dirá sin mencionarlo explícitamente que esta Aldonza de San Pedro era, además, prostituta. Para ello se vale de una imagen muy ingeniosa aunque devastadora: si los copleros cantan la belleza de las damas, especialmente de las de noble cuna, la madre de don Pablos fue tan «celebrada» (es decir, conocida entre gentes de moralidad dudosa, como tenía fama de serlo la farándula de los copleros) que casi todos hacían cosas «sobre ella». La preposición sobre, como sabemos, puede tener una doble acepción: puede significar acerca de o puede, como en realidad Quevedo deja ver maliciosamente en este caso, significar literalmente encima de. El tipo de cosas, por lo tanto, que hacían los copleros de España sobre / encima de Aldonza de San Pedro no era precisamente del género relacionado con la poesía.

En la tercera parte encontramos la expresión «metía el dos de bastos para sacar el as de oros». En otras palabras, Quevedo recurre a un símil con el juego de las cartas para decirnos, probablemente, que Clemente Pablo era muy hábil en el difícil arte de la estafa. Fiel a su costumbre, Quevedo nunca dice las cosas literalmente: así vuelve a recurrir a la fraseología para contarnos cómo el hermano de don Pablos les sacaba «los tuétanos de las faldriqueras» a los clientes de la barbería del padre, mientras éste los mantenía distraídos para que no se dieran cuenta.

No puede, por tanto, sino ser irónica la alusión al hermano como «angelico» justo después de describirnos su colaboración con los delitos del padre. Es más, el «angelico» no estaba precisamente cantando en el cielo, sino recibiendo unos azotes en la cárcel que le hubieron de costar la vida.

Y así llegamos al último párrafo. La narración de la vida delictiva («niñerías», dice el narrador como quitándole importancia) de Clemente Pablo culmina, como no podía ser de otra manera, con su estancia en la cárcel. El uso de la ironía llega su cenit aquí: si desde el principio se nos venía avisando de que el padre de don Pablos tenía unas pretensiones de honra (en el sentido de honra nobiliaria) que por su bajo nacimiento no podía alcanzar, ahora al fin se presenta con dicho atributo – y ahí tenemos una genial paradoja– tras su estancia en la cárcel, puesto que a la salida le acompañan doscientos cardenales, ( el cardenal es uno de los más altos eslabones dentro de la jerarquía eclesiástica), Quevedo juega con el doble sentido de la palabra cardenales, que no son los que llaman «señorías» (los eclesiásticos, en suma) sino los moratones que tenía en su cuerpo tras los azotes recibidos.

Para rematar la ironía, presume don Pablos de que las damas salían a las ventanas para ver a su padre a caballo porque siempre tuvo muy buena presencia en esa disposición. Aparentemente es la estampa de un caballero la que tenemos ante nuestros ojos, pero el paseo a caballo de Clemente Pablo no se debe a su gallardía sino a la humillación de ir preso por la ciudad para que todos puedan ver los azotes que ha recibido por sus hurtos, convirtiéndose su propia imagen en la advertencia ejemplarizante para todos los ladrones de Segovia. Una vez más, es con el doble sentido y la connotación de una expresión, en este caso ir a caballo, con lo que juega el texto. Un texto que remata con una contradicción, dado que don Pablos ha expuesto unos orígenes familiares de lo más deshonroso para la época y lo ha rematado diciéndonos que no quiere presumir, ya que es ajeno a la vanagloria (en el resto del libro se demostrará que nadie queda más lejos de una afirmación así, por cierto). Como dijimos en clase alguna vez, todo el texto es una sucesión de expresiones cargadas de dobles sentidos. Y, ante la duda, si se trata de Quevedo siempre vale aquello de «piensa mal y acertarás».

CONCLUSIÓN 
La vida del buscón llamado don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, es sin duda el mejor referente dentro del género de la novela picaresca. Responde a la perfección a las características esbozadas un siglo antes en el Lazarillo, pero incorpora elementos que enriquecen la figura del pícaro y que contribuyen a que el género alcance su plenitud.
Es cierto que, más allá de la narración divertida, su lenguaje a veces nos resulta un tanto extraño y que las imágenes que utiliza Quevedo no siempre son fácilmente comprensibles. Pero esto es el Barroco y, más concretamente, esto es el conceptismo. 


Fuentes:
 http://www.juangarciaunica.com/Documentos/Comentario%20resuelto.pdf
https://trabajosdeliteratura.wordpress.com/2016/07/27/una-lectura-facil-del-buscon-de-quevedo/

"Lo cualo"

jueves, 19 de abril de 2018

Barroco: Comentario "La vida es sueño" Calderón

SEGISMUNDO:
¡Ay, mísero de mí! ¡Y, ay, infelice!
 
 
 
Apurar1, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra2justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
 
 
 
Sólo quisiera saber,
para apurar3 mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender,
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
 
 
 
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas4
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma:
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas,
gracias al docto pincel,
cuando, atrevido y cruel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto5:
¿y yo con menos distinto6
tengo menos libertad?
 
 
 
 
 
 
 
 
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas7,
y apenas bajel8 de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío9:
¿y yo con más albedrío
tengo menos libertad?
 
 
 
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe10 de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad,
el campo abierto a su ida:
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
 
 
 
En llegando a esta pasión11,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción12 tan principal
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
 
1. Averiguar, descubrir. 2. Se refiere a la justicia de los cielos. 3. Aquí apurar en el sentido de acabar, concluir. 4. El espacio del aire, el firmamento, que se creía en la antigüedad lleno de éter, de ahí lo de etéreas. 5. Alusión mitológica al Minotauro, animal mítico, medio hombre y medio toro, encerrado por el rey Minos en el laberinto de Creta. 6. Instinto. 7. Huevas y algas. 8. Barco de escamas. 9. El lugar más profundo del mar. 10. Serpiente 11. Cuando me apasiono de esta manera… 12. Privilegio, derecho.
LOCALIZACIÓN

El texto que vamos a comentar es un fragmento perteneciente a "La vida es sueño" una obra teatral filosófica de Pedro Calderón de la Barca. La obra compuesta en 1635 (siglo XVII) es una de las obras cumbre del teatro barroco del Siglo de Oro y de la literatura española. Concretamente se trata de un monólogo (o soliloquio) de Segismundo, su protagonista.

TEMA

El tema general del poema es el lamento de Segismundo por la falta de libertad frente a los diferentes elementos de la naturaleza que observa desde su torre.
Sin embargo, el tema de la obra es una reflexión sobre la verdadera libertad del hombre, más allá de la libertad física. La esencia consiste en saber si el hombre es dueño de su destino o si, por el contrario, este ya está escrito por Dios, dispuesto en las estrellas, por lo que el hombre no puede hacer nada por cambiarlo.

ESTRUCTURA

Por lo que respecta a su estructura, el texto consta de 70 versos octosílabos agrupados en siete décimas (la décima es una estrofa compuesta por diez versos de arte menor, octosílabos). La rima es consonante y se ajusta al siguiente esquema:
abbaaccddc
Además existe un verso suelto inicial, la oración exclamativa: "Ay, mísero de mí..."

En cuanto a la estructura interna, se distinguen las siguientes partes:

1ª parte (versos 2-20). Segismundo expresa su zozobra por el cautiverio que sufre, así como su ignorancia de las causas.

2ª parte (versos 21-60). El protagonista compara su prisión con la libertad que gozan diversos animales y elementos del paisaje. El monólogo repasa en este punto los cuatro elementos de la naturaleza (aire, tierra, agua y fuego). Todas estas décimas concluyen con una pregunta retórica, en la que Segismundo se interroga acerca de la razón de que él, siendo humano, goce de menos libertad que los demás.

3ª parte (versos 61-70). Una última interrogación retórica cierra la pieza recalcando su desazón por la falta de libertad y recapitulando lo mencionado en el monólogo.


ESTILO

Para desarrollar el tema del poema, Calderón se ha servido de los siguientes recursos estilísticos:
Las dos primeras décimas comienzan con uno de los recursos literarios característicos del Barroco, el hipérbaton.
Los versos primero, tercero y quinto de las siguientes estrofas empiezan de la misma manera: Nace / apenas (y apenas) / cuando (anáfora). La belleza de los seres y objetos mediante los que simboliza la libertad de la naturaleza se nos ofrece en una amplia sucesión de metáforas, típicas del culteranismo. Así, en la tercera décima, aparecen las metáforas “flor de pluma” y “ramillete con alas” cuyo elemento real es “ave” y “etéreas salas” cuyo referente real es “cielo, aire”. 
Además, los dos últimos de cada décima están ocupados por una interrogación retórica que recoge el lamento del protagonista.
En estas décimas podemos observar también un paralelismo sintáctico, pues se da la misma estructura. 


CONCLUSIÓN

En conclusión, podemos afirmar que este fragmento de La vida es sueño es una muestra del teatro de Calderón. Centrado en el tema esencial del hombre (libertad y libre albedrío o capacidad de decidir el bien y el mal). Se trata, asimismo, de una composición poética de extraordinaria calidad: su cuidada estructura, los imaginativos recursos que la ornan y la efectividad con la que sus versos transmiten el tema principal le otorgan unas legítimas e imperecederas credenciales líricas.


lunes, 16 de abril de 2018

Barroco: Comentario "Amor constante más allá de la muerte" Quevedo

Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera 
sombra que me llevare el blanco día
y podrá desatar esta alma mía 
hora a su afán ansioso lisonjera.

Mas no desotra parte en la ribera 
dejará la memoria en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido, 
venas que humor a tanto fuego han dado, 
medulas que han gloriosamente ardido, 

su cuerpo dejarán, no su cuidado; 
serán ceniza, mas tendrán sentido:
polvo serán, mas polvo enamorado.
Fuente: https://trabajosdeliteratura.wordpress.com/2016/04/25/comentario-2-0-de-un-soneto-de-quevedo/
LOCALIZACIÓN DEL TEXTO
El poema propuesto es un soneto de Francisco de Quevedo (1580-1645), uno de los más grandes poetas del Barroco español (siglo XVII). Cultivó todos los géneros literarios: narración, prosa política, teatro, poesía… pero destaca especialmente en esta última, con una enorme variedad de tratamientos: amorosa, crítica, satírica, burlesca, religiosa, moral, política, etc.
Sin duda es el máximo exponente del conceptismo, una de las dos corrientes de poesía culta que encontramos enfrentadas en el Barroco.
((((La lírica barroca supone de algún modo una continuidad y a la vez una reacción culta contra la poesía clara y natural del Renacimiento. Es, en efecto, una continuidad porque se inspira en los mismos temas (el amor, la vida, la muerte…), se sirve de los mismos recursos métricos y estilísticos (el endecasílabo, el soneto, las figuras retóricas…), recurre a los mismos tópicos (la fugacidad de la vida, las referencias clásicas, la mitología…), etc. Pero el Barroco todo lo deforma, lo exagera, lo intensifica, lo complica, lo oscurece… y así, la poesía, aun partiendo de los mismos elementos de base de la lírica renacentista, se aleja conscientemente de la sencillez de esta.))
En la lírica del siglo XVII encontramos dos tendencias principales de poesía culta: el culteranismo y el conceptismo. Ambas buscan la oscuridad en las composiciones: la primera lo hace a través de una forma complicada, empleando una sintaxis retorcida, a veces ininteligible, y la segunda a través del contenido, en base a juegos de conceptos que a menudo resultan igualmente difíciles de entender. Vemos, pues, que si bien en principio pueden parecer dos corrientes antitéticas, en el fondo ambas persiguen la misma finalidad: crear una literatura de minorías, bella por lo extraño, por lo artificioso, por lo dificultoso de comprender, por el esfuerzo que requiere llegar a ella. Y los procedimientos no siempre resultan tan diferentes, pues si el culteranismo busca la ornamentación, la artificiosidad exterior, y el conceptismo se fija más en los conceptos, en el significado de las palabras, no es extraño que ambos procedimientos se entrecrucen en una misma composición, y es que el poeta barroco, en general, busca emplear un estilo complicado, lo más alejado posible del habla natural.))))

Por lo que se refiere al soneto que nos ocupa, hay que decir que constituye una muestra bastante representativa de la corriente conceptista.
El conceptismo se caracteriza por la concentración de un máximo de significado en un mínimo de forma. Juega constantemente con el sentido de las palabras, dentro de frases breves, lacónicas, ingeniosas, casi sentenciosas, para lo cual se sirve de recursos de condensación semántica, tales como la polisemia, la elipsis, la antítesis, la paradoja…
 TEMA
El poeta expresa su voluntad decidida de que, incluso después de su muerte, su amor permanezca inalterable.
ESTRUCTURA
En relación a la estructura externa, se trata de un soneto, estrofa de 14 versos endecasílabos, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. La rima es consonante y su distribución es ABBA ABBA CDC DCD.
En cuanto a su estructura interna, en el primer cuarteto, el poeta admite la realidad inexorable de la muerte. La muerte, a la que se alude mediante una referencia bien conocida, cerrar los ojos.
En el segundo cuarteto, aun admitiendo que todos hemos de morir, manifiesta su resistencia hacia que lo máximo que pueda quedar de nosotros en este mundo sea la memoria, el recuerdo en los demás. Ese tránsito de la vida a la muerte se refleja aquí mediante la clásica imagen del barquero que nos cruza de una orilla a otra de la laguna Estigia. 
Los dos tercetos expresan esa resistencia a la muerte: desaparecerá el alma que fue prisionera del dios Amor y se convertirán en ceniza las venas y los huesos de ese cuerpo ardiente  de amor, pero aun en esas cenizas el amor permanecerá.
El último verso constituiría, así, una síntesis de los dos tercetos y, casi, del soneto entero: “polvo serán, mas polvo enamorado”. Aun aniquilado por la muerte, seguiré enamorado, manifiesta el poeta.
En síntesis prosificada, el poema diría algo así como: sé que un día la muerte vendrá y, apagando la luz con su sombra, me llevará, lo que, en cierto modo, pondrá fin a mis sufrimientos; pero no me conformo con que lo único que quede de mí en este mundo sea el recuerdo; mi alma enamorada es capaz de resistir a la muerte, y, aunque mi cuerpo se destruya, mi amor pervivirá.
 ESTILO
Podemos encontrar varias figuras retóricas. La más frecuente es el hipérbaton, disposición de los elementos de la oración sin respetar un orden sintáctico lógico. Así, distinguimos uno al comienzo del poema: “cerrar podrá mis ojos…”
Por otra parte, se aprecian algunas aliteraciones, tales como la repetición del sonido /s/ en el cuarto verso, "hora a su afán ansioso lisonjera" (v. 4)
Hay una clara estructura paralelística en los tres versos del primer terceto:
Alma a quien todo un dios prisión ha sido, 
venas que humor a tanto fuego han dado, 
medulas que han gloriosamente ardido, 
Encontramos también términos empleados en sentido figurado. Así, por ejemplo, están las metáforas: “cerrar los ojos” por morir (v. 1), “postrera sombra” por muerte (v. 1-2), “llama” por alma (v. 7).
En resumen, el autor utiliza un estilo culto, y aunque el lenguaje puede parecer claro en cuanto a la forma (no hay un vocabulario rebuscado o dificultoso), el poema no resulta tan sencillo en cuanto al contenido.
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Al tratarse de una reflexión sobre el amor y la muerte (especialmente la corporal), en este soneto predomina el vocabulario perteneciente a estos dos campos semánticos:
  • Pasión amorosa: “afán ansioso” (v. 4), “ardía” (v. 6), “llama” (v. 7), “prisión” (v. 9), “fuego” (v. 10), “ardido” (v. 11), “enamorado” (v. 14).
  • Muerte: “cerrar (…) mis ojos” (v. 1), “alma” (v. 3 y 9), “ley severa” (v. 8), “venas” (v. 10), “médulas” (v. 11), “cuerpo” (v. 12), “ceniza’ (v. 13), “polvo” (v. 14)…
 CONCLUSIÓN / VALORACIÓN

El tema del amor constante, eterno, declarado como un compromiso de entrega hacia la amada, es intemporal. En cualquier época de la literatura podemos encontrar expresiones en este sentido. Y quizá por eso, lo original de esta composición sea el tratamiento: Quevedo no hace aquí una simple declaración apasionada hacia su amada, sino una reflexión personal sobre la resistencia a que su amor se desvanezca cuando él haya muerto.

Barroco: Comentario Quevedo (lírica)


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Localización

Se trata de un poema de Francisco de Quevedo uno de los poetas más importantes del siglo XVII, cuya obra poética, extensísima, trata los más diversos temas. Este, en concreto, pertenece a la temática amorosa y, por tanto, se ciñe a la tradición petrarquista del amor que caracteriza las composiciones amorosas de Quevedo. Sin embargo, hay que recordar que Quevedo es un poeta barroco y que él va a darnos una visión del amor más apasionada e intensa que la de otros poetas que han tratado el mismo tema.
El poema, además, es una excelente muestra de la corriente conceptista del Barroco, de la que formó parte su autor, Francisco de Quevedo. El conceptismo se propone ahondar en las posibilidades del idioma, llegar a una expresión depurada de las ideas (los conceptos) a través del ingenio, estimulando la reflexión del lector en poemas como este, y su sentido del humor en otros.

Tema

Como el propio título indica, el poema nos presenta una definición del amor que se centra en los comportamientos y emociones contradictorias que este sentimiento produce. En el desarrollo del tema vemos cómo Quevedo se ciñe a las metáforas clásicas del amor:
  • El amor como fuego.
  • El amor como una herida que produce dolor y placer al mismo tiempo.
  • El amor como una enfermedad de la que el amante no se quiere curar.
  • El amor como una prisión.
  • El amor como una experiencia ambivalente de placer y dolor donde el amante busca lograr su deseo sin importarle el daño que esto le cause.Resultado de imagen de es hielo abrasador
Estructura
En cuanto a la estructura externa, el poema se ajusta a la métrica del soneto (catorce versos endecasílabos, agrupados en dos cuartetos y dos tercetos con rima ABBA, ABBA, CDC,DCD. Los tercetos, como puede apreciarse con encadenados.
La estructura externa del soneto determina con frecuencia la estructura interna del poema, es decir, la distribución de las ideas se organizan tomando como base las distintas estrofas. En este soneto, por ejemplo, los dos cuartetos y el primer terceto constituyen un único periodo sintáctico que expone la descripción del sentimiento. En el segundo terceto, el poeta resume todo lo anterior y expone una conclusión: ¿qué se puede esperar de un sentimiento, que se define precisamente por su naturaleza contradictoria?

Estilo

El soneto de Quevedo pretende ser una definición del amor, pero en lugar de utilizar un tono expositivo, objetivo y concreto, opta —como corresponde a una poema lírico— por expresar sus propios sentimientos volcados en la estructura de oraciones copulativas yuxtapuestas propias de la definición (“es hielo… es fuego… es herida… es un soñado bien… es un breve descanso… es un descuido…) Todas estas oraciones están estructuradas en paralelismos sintácticos, de modo que la repetición de la estructura produzca un efecto intensificador. A ello contribuye la anáfora de los cinco primeros versos, encabezados por el verbo “es”.
Quevedo está definiendo un sentimiento que, por esencia, se caracteriza por sus contradicciones. Por ello los recursos basados en la oposición serán los más frecuentes; encontramos, en este sentido, un buen número de antítesis (hielo/fuego; bien/mal; descanso/cansado; descuido/ cuidado; cobarde/valiente; solitario/gente). Esta antítesis de refuerza con la presencia del quiasmo en algunas ocasiones (“un soñado bien, un mal presente”), pero sobre todo con la paradoja (“andar solitario entre la gente”, “enfermedad que crece si es curada“) y el oxímoron (“hielo abrasador”, “fuego helado”, “libertad encarcelada”).
La expresión del sentimiento amoroso encuentra, pues, su cauce perfecto en la acumulación de estos recursos de oposición que persiguen transmitir la dolorosa contradicción que produce el amor en quien lo padece. El texto, además, está dispuesto en una estructura reiterativa que intensifica un dinamismo que transmite el apasionamiento y la hondura del sentimiento. Este dinamismo solo cesa en la pausa que se produce entre los dos tercetos (el primer punto del poema), donde la lectura acelerada que las anáforas y los paralelismos encuentra un respiro antes de que el último terceto nos aclare que está hablando del amor, personificado en el dios Cupido (el niño Amor), y en la que el poeta en una exclamación apasionada interpela al lector para conducirle a la conclusión final: el amor es una experiencia contradictoria que, sin embargo, se desea tener.

Valoración

El amor, en Quevedo, se presenta de una forma contradictoria: por un lado vence la angustia del tiempo que transcurre inexorablemente, pues perdura más allá de la muerte. Pero, por otra parte, este sentimiento está dirigido a un ideal inalcanzable y, por tanto, es una frustración más. Este poema, con su disposición anafórica reiterativa, sus recursos basados en la contradicción y su perfecta estructuración es un excelente ejemplo de la poesía conceptista de Quevedo.