«Donde hay agravios no hay celos» cuenta una historia de enredos que se ovillan en torno al amor, el deseo, la venganza, las diferencias sociales, los engaños, los agravios... para trazar un laberinto de relatos del que solo se sale al final. A Madrid llegan un señor y su criado para conocer a una mujer de la que se ha prendado a través de su retrato. Atrás deja, en Salamanca, una hermana deshonrada y un hermano muerto por un hombre del que espera poder vengarse.
La «incapacidad de expresarnos» está reflejada sobre todo, en los apartes que hay en el texto, y que son un gran reto de la puesta en escena. Los personajes no se atreven a hablar sinceramente de forma directa. Al principio nadie habla, todos están heridos. Nadie es capaz de razonar. Pero conforme transcurre la obra, y llegamos a la tercera jornada, los apartes empiezan a desaparecer, y los personajes empiezan a ser capaces de verbalizar sus pensamientos.
Donde hay agravios no hay celos, obra de
plenitud del autor toledano, fue escrita entre
1635 y 1636, y estrenada al año siguiente.
Como sugiere el título, es ejemplo paradigmático
de una irónica exaltación
de los valores aristocráticos:
exacerbado sentido del honor, fidelidad
a la palabra dada, caballerosidad…
Desde
esos supuestos, se establece que cuando
los agravios pueden herir el honor y la
consideración social de la familia, el sentimiento
del individuo debe quedar en
segundo plano. Este ingrediente va unido
a un complicado y brillante enredo
cómico, un ingenioso juego de equívocos, confusiones, entradas y salidas
guiadas por un azar matemático que
enreda y desenreda la trama. Está presidida
por la figura de Sancho, a la que cabe
un destacado lugar en nuestra espléndida
galería de graciosos. Es el cambio de papeles
entre el criado y su señor, don Juan de
Alvarado, lo que va a poner en marcha el
perfecto mecanismo de esta comedia.
Estamos ante una variante del teatro en el
teatro, ya que cada uno de los personajes
interpreta el papel del otro. Por esa razón,
durante varios siglos esta obra se conoció
también con el título alternativo de El
amo criado.
Esta comedia responde a un criterio
de economía dramática. Solo ocho personajes
dibujan una compleja red de
relaciones familiares y sociales. De todos
ellos, Sancho es, sin disputa, el más relevante
(Fuente: http://teatroclasico.mcu.es)
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