Las marcas de subjetividad son aquellas marcas lingüísticas que evidencian la presencia del locutor en el enunciado. Es decir, el locutor hace uso de determinadas formas que la lengua pone a su disposición para imprimir en su enunciado marcas de subjetividad.
Así, por ejemplo, un enunciado como La cosecha no se verá perjudicada por las lluvias es un enunciado impersonal, mientras que Creo que la cosecha no se verá perjudicada por las lluvias, es un enunciado subjetivo.
(DICHO DE OTRO MODO)
La modalización atiende a la presencia del emisor en el propio texto. Esta presencia se percibe a través de diferentes elementos lingüísticos llamados modalizadores.
Los modalizadores
son propios de textos con un marcado carácter
subjetivo. Entre las formas discursivas que tienen entre sus características la subjetividad se encuentra la argumentación, de ahí que los modalizadores sean frecuentemente definidos como las marcas lingüísticas que manifiestan la presencia del emisor en textos argumentativos.
Los principales elementos modalizadores son:
A) La modalidad oracional y comunicativa
Las modalidades
oracionales y comunicativas muestran la actitud del emisor ante el enunciado y
su intención respecto al receptor. Lo fundamental es determinar cuál predomina en el texto para buscar la razón
en la intencionalidad del autor.
Las modalidades oracionales y comunicativas son las
siguientes:
– Enunciativa : el emisor presenta su enunciado
afirmando o negando su contenido. Suele usarse el modo indicativo y la función fundamental es la referencial. El receptor entiende este enunciado como verdadero; por ejemplo: Los políticos
son los responsables de esa grosera simplificación de las conversaciones.
–
Interrogativa: el emisor llama la atención del receptor y
lo conduce a buscar una respuesta. La
función predominante es, por tanto, la apelativa. Las oraciones
interrogativas pueden ser totales o parciales, directas o indirectas,
afirmativas o negativas. Por ejemplo: ¿Conoces la nueva
biblioteca del
instituto? (directa total); ¿Te gustaría visitarla? (directa parcial); Me pregunto si conoces
la nueva biblioteca
del instituto (indirecta total); No sé cuántos
años tienes (indirecta parcial);
¿No conoces la nueva biblioteca? (directa, total y negativa). También existen las interrogaciones
retóricas, que son aquellas cuya
respuesta ya conoce el emisor pero que sirven para hacernos reflexionar o preguntarnos por alguna cuestión.
–
Exclamativa: el emisor
manifiesta sus sentimientos y los hace explícitos para el receptor. La función principal es la emotiva.
Pueden presentarse como interjecciones (¡hola!), frases interjectivas (¡a buenas horas
mangas verdes!) o como oraciones completas: ¡Nadie está ahí para defender
a las futuras generaciones!
–
Dubitativa: el emisor
presenta el enunciado como posible, de manera que es el receptor quien debe darle validez mediante la
reflexión. Destaca en las mismas la función emotiva. Por ejem- plo: Quizá la clave
de esa conducta está en el grado
de infidelidad, egoísmo
o ingratitud que es-
tamos dispuestos a soportar
de nuestros semejantes; Quizá llega un momento en que uno se cansa de querer…
–
Desiderativa: el emisor expresa el contenido como un deseo alcanzable, de
forma que invo- lucra en el mismo sentimiento al receptor. En consecuencia, la
función emotiva también es- tá presente
en las mismas. Por ejemplo: Un gran rey español
sería el que supiera hablar todas
las lenguas de España.
–
Imperativa: el emisor influye directamente en el receptor mediante su
enunciado. Las formas verbales más usuales son el imperativo, el subjuntivo, el
presente y el futuro de mandato. Por ejemplo: Basta de chapurrear un spanglish vergonzante: pasémonos con armas
y bagajes a la lengua del imperio…
B) El léxico valorativo
El vocabulario que utiliza el autor
en su texto mostrará el grado de implicación del emisor respecto a su
enunciado. Podemos encontrar:
–
Adjetivos valorativos: se usan los adjetivos con un valor
connotativo, a los que se pueden unir,
además, morfemas derivativos; por ejemplo: idealizada meta; profundísima insatisfacción. Muchas veces
son usados en parejas o en enumeraciones; por ejemplo: seres humanos
olvidados, perdidos y condenados a…; …es cariñoso,
compasivo y cuidadoso
con su perro…
–
Sustantivos: el emisor utilizará aquellos sustantivos que impacten en el
receptor; por ejem- plo: amor, indiferencia, odio, desprecio… Muchas veces aparece –igualmente– el uso de los morfemas derivativos para expresar gusto o
disgusto, afecto o desafecto; por ejemplo: ¡Angelicos
míos!; esos personajillos. Igual que ocurre con
los adjetivos, los sustantivos también pueden aparecer en parejas o en enumeraciones; por ejemplo: tan importantes son una nutria,
un lobo o una ballena como un ser humano…; hermanos, sobrinos
y demás parientes…
–
Adverbios y locuciones adverbiales: el emisor los utiliza con el fin de expresar
certeza, duda, implicación, posibilidad etc.; por ejemplo:
posiblemente, sin duda, angustiosamente, por supuesto, a lo mejor, evidentemente…
–
Verbos: serán
de pensamiento, dicción
y sentimiento; por ejemplo: pensar, creer, sentir,
experimentar, decir,
hablar, lograr, vivir, morir, amar, odiar… Ej.:
muero por un vaso de agua…
C) La voluntad de estilo (Uso de figuras
retóricas)
Son varias las figuras retóricas
que puede utilizar el emisor para mostrar su presencia. Entre otras destacan:
– La metáfora. Igualación entre
dos términos semejantes: la vida es un carnaval; Internet es un caballo desbocado; se convirtió en un mago de las finanzas.
–
El símil. Comparación entre
elementos parecidos. El término que establece la comparación (como, parece…) debe estar
presente: el acusado se defendió como gato panza
arriba; su rostro
es como un libro
abierto; desde el avión, la ciudad parece
un mar de luces.
–
La ironía. Afirmar algo
mediante su contrario puede implicar sarcasmo, crítica o burla. Se trata de un
procedimiento aparentemente suave pero que suele ser muy efectivo: ¿Quién podría poner
en duda la limpieza de sus «negocios»?; tiene la «sana»
costumbre de no comer nunca ni fruta ni verdura.
–
La hipérbole. Exageración evidente: ganaremos
el partido sin
bajarnos del autobús; buscaré hasta debajo de las piedras
para encontrarlo; te regalaré la luna y las estrellas.
–
El polisíndeton. Unión
innecesaria de varias
oraciones o palabras con conjunciones (es
lo contrario al asíndeton): y se levanta, y le saluda,
y le abraza
–
La personificación. Atribución de cualidades humanas
a seres animados
o inanimados: Ese proyecto sufrió un duro castigo; el Sol me saluda por las mañanas.
D) Los signos de
puntuación
Los signos
de puntuación pueden manifestar también la subjetividad del emisor. Nos centramos en
los siguientes:
–
Los puntos suspensivos. Signo
de puntuación formado
por tres puntos
consecutivos (…) –y solo tres–, llamado así porque entre sus
usos principales está el de dejar en suspenso el discurso. Sus usos
principales, en cuanto modalizador, son:
a) Para indicar
la existencia en el discurso de una pausa transitoria que expresa duda, temor, vacilación o suspense: No sé si ir o si no ir…
No sé qué hacer;
Te llaman del hospital… Espe- ro que
sean buenas noticias; Quería preguntarte… No sé…,
bueno…, que si quieres ir conmi-
go a la fiesta; Si yo te contara…
b) Para insinuar,
evitando su reproducción, expresiones o palabras malsonantes o inconve-
nientes: ¡Qué hijo de… está hecho!
A veces se colocan tras
la letra inicial
del término que
se insinúa: Vete a la m… No te aguanto más.
c) Cuando, por cualquier otro motivo, se desea dejar el enunciado
incompleto y en suspen- so: Fue todo muy violento, estuvo muy desagradable… No quiero
seguir hablando de ello.
d) Sin valor de interrupción del discurso, sino con intención
enfática o expresiva, para alargar entonativamente un texto: Ser… o no ser… Esa es la cuestión.
– Las comillas. Signo ortográfico que además de para reproducir citas textuales, sirven para indicar que una palabra
o expresión es impropia, vulgar,
procede de otra lengua o se utiliza irónicamente o con un sentido
especial: Dijo que la comida llevaba muchas
«especies»; En el salón
han puesto una
«boisserie» que les
ha costado un dineral; Parece
que últimamente le va muy bien en sus «negocios».
– Los paréntesis. Signo ortográfico doble con la forma ( ) que se usa para insertar en un enunciado una información complementaria o aclaratoria. Su uso como modalizador implica la intención del autor de interrumpir el enunciado, normalmente para incluir una nota subjetiva por parte del autor: Las asambleas (la última fue realmente pesada) se celebran en el salón de actos.
E) EL VERBO
-El modo verbal (el indicativo indica objetividad, realidad; el subjuntivo, subjetividad, deseo, duda o temor; el imperativo, mandato).
-El uso de la primera persona ya sea del singular o del plural. El emisor se incluye en su texto
con presencia explícita a través de: verbos en primera
persona del singular; los pronombres yo, me, mí, conmigo; y los posesivos mi, mío, mía. También
puede incluir al receptor a través de verbos,
pronombres y posesivos
de primera persona
del plural (nosotros, nuestro).
-Las perífrasis verbales modales, tanto de obligación como de probabilidad o posibilidad (hay que
revisar, no debe olvidarse)
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